Argentina, una hectárea por una hamburguesa
Alarma en Buenos Aires ante las masivas adquisiciones por extranjeros de tierras que suman un tamaño similar a media España
JORGE MARIRRODRIGA - Buenos Aires - 05/02/2007
¿Puede una hectárea de terreno costar más barata que una hamburguesa?
En la provincia de Mendoza se pueden adquirir ricos viñedos a 60.000 euros la hectárea
Los hermanos Benetton poseen en Argentina tierras equivalentes a la provincia de Valencia
En algunas zonas de Argentina sí. Empresas, organizaciones, multimillonarios o simples particulares han puesto sus ojos en uno de los países más extensos del mundo, que ofrece la posibilidad de comprar desde inmensos páramos a fértiles viñedos, pasando por caprichos de la naturaleza o tierras de labor cerca de la capital. El país suramericano vive una loca carrera de venta de tierras, tanto públicas como privadas, que, según investigadores, organizaciones sociales y políticas, afecta a unos 300.000 kilómetros cuadrados, más de la mitad de la extensión de España. La falta de una legislación federal sobre el tema ha acelerado un proceso de venta, que si bien ha sido normal a lo largo de la historia de Argentina, ha levantado voces de alarma que van desde los medios de comunicación a la Iglesia católica.
"En Santiago del Estero y en Chaco [provincias al norte del país] la hectárea vale lo que vale una hamburguesa", denuncia Andrés Kliphhan, coautor de Tierras S.A., una investigación de tres años junto a Daniel Enz que muestra el descontrolado proceso de venta de tierras que vive Argentina. "Hay 30 proyectos de ley para regularlo, ya sea en el Parlamento federal o en los provinciales, pero están todos metidos en el cajón", añade. Kliphhan advierte de que grandes compradores son sociedades de las que no se sabe nada y cuya sede está situada en paraísos fiscales.
Al menos el 10% del territorio nacional ya está en manos extranjeras, según indica, citando como fuente al Ministerio de Defensa argentino, Gonzalo Sánchez, autor de La Patagonia Vendida. De hecho, el mayor propietario del país es un grupo familiar italiano y multinacional de la moda: los hermanos Benetton, que poseen en total unos 10.000 kilómetros cuadrados, una cifra que puesta sobre los 2.780.000 kilómetros cuadrados de Argentina tal vez no representen mucho, pero que trasladados sobre el mapa de España significaría poseer en su totalidad la provincia de Valencia o Asturias.
Tras ellos, en la lista de megapropietarios se sitúan cinco familias tradicionales argentinas, aunque llaman más la atención de los medios otros magnates extranjeros, especialmente los estadounidenses, que han puesto sus ojos y sus dólares en los extensos terrenos patagónicos.
Los Benetton -que comenzaron a comprar hectáreas argentinas en los años noventa- no sólo son los mayores terratenientes de Argentina, sino también los mayores productores de cordero patagónico (y de lana) del país. Además, se dedican a la reforestación, con variedades de árboles cuya madera luego es empleada en la fabricación de muebles. Aunque han tenido problemas judiciales con comunidades indígenas por la posesión de algunos de sus lotes de tierra, son considerados parte de la categoría de propietarios productivos.
En otro plano se sitúa el multimillonario Douglas Tompkins, quien al frente de la Conservation Land Trust es poseedor de unos 4.500 kilómetros cuadrados -como la provincia de Pontevedra-, de los cuales un 20% es productivo y el resto forma de parte de su proyecto personal de conservación de la naturaleza, que en Chile ha levantado polémica dado que sus posesiones -declaradas por el Estado Santuario de la Naturaleza, de acceso público pero control privado- prácticamente dividen el país andino en dos. En Argentina, Tompkins -con buena conexión con el matrimonio Kirchner- ha comprado y donado luego al Estado grandes extensiones de terreno a condición de que sean declaradas reservas naturales. El multimillonario ecologista evita cuidadosamente comprar tierra fiscal -de propiedad pública- para eludir posibles reclamaciones de grupos vecinales o administraciones, aunque ha tenido problemas por el cierre de pasos vecinales.
En una tercera categoría de grandes propietarios extranjeros estarían situados aquellos que compran terrenos para disfrute personal. Los que más destacan son el vicepresidente de AOL/Time Warner y fundador de la cadena CNN, el estadounidense Ted Turner, o Joseph Lewis, el sexto hombre más rico del Reino Unido, con negocios por todo el mundo y algunos caprichos como el equipo de la Premier Tottenham Hotspur.
"Históricamente, Argentina se ha dedicado a vender su tierra, pero el problema es que se está vendiendo terreno que no se puede vender", señala Gonzalo Sánchez, quien denuncia la falta de regulación respecto a las tierras fiscales, es decir, aquellas de titularidad pública sobre las que cada provincia -es decir, cada gobernador- decide si las vende y cómo. El último proyecto legislativo de regularización fue presentado hace año y medio por el diputado federal peronista José María Díaz Bancalari, pero ni siquiera fue admitido a trámite parlamentario.
Pero además de los nombres más llamativos, miles de inversores de todo el mundo han puesto sus ojos en Argentina, y aquí se mezclan los intereses comerciales, los sueños personales y la mera especulación. La provincia de Mendoza, a poco más de 1.000 kilómetros al oeste de Buenos Aires y fronteriza con Chile, es un buen ejemplo de ello. Mendoza se caracteriza por tener una combinación de tierra y clima excepcional para el cultivo de vides. Desde hace unos años, grandes grupos vitivinícolas franceses, españoles e italianos están adquiriendo terrenos y bodegas como parte de su estrategia de expansión empresarial. Y también lo están haciendo ciudadanos particulares, argentinos y extranjeros, animados por la posibilidad de realizar el sueño de tener un viñedo al precio de unos 60.000 euros la hectárea plantada y produciendo uva que luego se puede vender a diversas cooperativas. Pero también se está produciendo una inversión puramente especulativa animada por las proyecciones de alza en el precio del terreno.
La Iglesia católica ha entrado en escena con la publicación hace algunos meses de un documento titulado Una tierra para todos, en el que denuncia la concentración de tierra productiva y pide una política de Estado para un problema que afecta a comunidades indígenas, trabajadores del campo y los habitantes de las ciudades.
Mientras, a la estela del negocio, páginas en Internet tratan de pescar incautos con el reclamo de ventas de miles de hectáreas en la Patagonia. "Es una estafa. De la venta ya se encargan grandes inmobiliarias argentinas", advierte Andrés Kliphhan, para quien uno de los aspectos más preocupantes es la falta de transparencia a la hora de saber quiénes son en realidad los propietarios de la tierra. Una tierra a veces más barata que una hamburguesa.
Fuente: Diario El País.
JORGE MARIRRODRIGA - Buenos Aires - 05/02/2007
¿Puede una hectárea de terreno costar más barata que una hamburguesa?
En la provincia de Mendoza se pueden adquirir ricos viñedos a 60.000 euros la hectárea
Los hermanos Benetton poseen en Argentina tierras equivalentes a la provincia de Valencia
En algunas zonas de Argentina sí. Empresas, organizaciones, multimillonarios o simples particulares han puesto sus ojos en uno de los países más extensos del mundo, que ofrece la posibilidad de comprar desde inmensos páramos a fértiles viñedos, pasando por caprichos de la naturaleza o tierras de labor cerca de la capital. El país suramericano vive una loca carrera de venta de tierras, tanto públicas como privadas, que, según investigadores, organizaciones sociales y políticas, afecta a unos 300.000 kilómetros cuadrados, más de la mitad de la extensión de España. La falta de una legislación federal sobre el tema ha acelerado un proceso de venta, que si bien ha sido normal a lo largo de la historia de Argentina, ha levantado voces de alarma que van desde los medios de comunicación a la Iglesia católica.
"En Santiago del Estero y en Chaco [provincias al norte del país] la hectárea vale lo que vale una hamburguesa", denuncia Andrés Kliphhan, coautor de Tierras S.A., una investigación de tres años junto a Daniel Enz que muestra el descontrolado proceso de venta de tierras que vive Argentina. "Hay 30 proyectos de ley para regularlo, ya sea en el Parlamento federal o en los provinciales, pero están todos metidos en el cajón", añade. Kliphhan advierte de que grandes compradores son sociedades de las que no se sabe nada y cuya sede está situada en paraísos fiscales.
Al menos el 10% del territorio nacional ya está en manos extranjeras, según indica, citando como fuente al Ministerio de Defensa argentino, Gonzalo Sánchez, autor de La Patagonia Vendida. De hecho, el mayor propietario del país es un grupo familiar italiano y multinacional de la moda: los hermanos Benetton, que poseen en total unos 10.000 kilómetros cuadrados, una cifra que puesta sobre los 2.780.000 kilómetros cuadrados de Argentina tal vez no representen mucho, pero que trasladados sobre el mapa de España significaría poseer en su totalidad la provincia de Valencia o Asturias.
Tras ellos, en la lista de megapropietarios se sitúan cinco familias tradicionales argentinas, aunque llaman más la atención de los medios otros magnates extranjeros, especialmente los estadounidenses, que han puesto sus ojos y sus dólares en los extensos terrenos patagónicos.
Los Benetton -que comenzaron a comprar hectáreas argentinas en los años noventa- no sólo son los mayores terratenientes de Argentina, sino también los mayores productores de cordero patagónico (y de lana) del país. Además, se dedican a la reforestación, con variedades de árboles cuya madera luego es empleada en la fabricación de muebles. Aunque han tenido problemas judiciales con comunidades indígenas por la posesión de algunos de sus lotes de tierra, son considerados parte de la categoría de propietarios productivos.
En otro plano se sitúa el multimillonario Douglas Tompkins, quien al frente de la Conservation Land Trust es poseedor de unos 4.500 kilómetros cuadrados -como la provincia de Pontevedra-, de los cuales un 20% es productivo y el resto forma de parte de su proyecto personal de conservación de la naturaleza, que en Chile ha levantado polémica dado que sus posesiones -declaradas por el Estado Santuario de la Naturaleza, de acceso público pero control privado- prácticamente dividen el país andino en dos. En Argentina, Tompkins -con buena conexión con el matrimonio Kirchner- ha comprado y donado luego al Estado grandes extensiones de terreno a condición de que sean declaradas reservas naturales. El multimillonario ecologista evita cuidadosamente comprar tierra fiscal -de propiedad pública- para eludir posibles reclamaciones de grupos vecinales o administraciones, aunque ha tenido problemas por el cierre de pasos vecinales.
En una tercera categoría de grandes propietarios extranjeros estarían situados aquellos que compran terrenos para disfrute personal. Los que más destacan son el vicepresidente de AOL/Time Warner y fundador de la cadena CNN, el estadounidense Ted Turner, o Joseph Lewis, el sexto hombre más rico del Reino Unido, con negocios por todo el mundo y algunos caprichos como el equipo de la Premier Tottenham Hotspur.
"Históricamente, Argentina se ha dedicado a vender su tierra, pero el problema es que se está vendiendo terreno que no se puede vender", señala Gonzalo Sánchez, quien denuncia la falta de regulación respecto a las tierras fiscales, es decir, aquellas de titularidad pública sobre las que cada provincia -es decir, cada gobernador- decide si las vende y cómo. El último proyecto legislativo de regularización fue presentado hace año y medio por el diputado federal peronista José María Díaz Bancalari, pero ni siquiera fue admitido a trámite parlamentario.
Pero además de los nombres más llamativos, miles de inversores de todo el mundo han puesto sus ojos en Argentina, y aquí se mezclan los intereses comerciales, los sueños personales y la mera especulación. La provincia de Mendoza, a poco más de 1.000 kilómetros al oeste de Buenos Aires y fronteriza con Chile, es un buen ejemplo de ello. Mendoza se caracteriza por tener una combinación de tierra y clima excepcional para el cultivo de vides. Desde hace unos años, grandes grupos vitivinícolas franceses, españoles e italianos están adquiriendo terrenos y bodegas como parte de su estrategia de expansión empresarial. Y también lo están haciendo ciudadanos particulares, argentinos y extranjeros, animados por la posibilidad de realizar el sueño de tener un viñedo al precio de unos 60.000 euros la hectárea plantada y produciendo uva que luego se puede vender a diversas cooperativas. Pero también se está produciendo una inversión puramente especulativa animada por las proyecciones de alza en el precio del terreno.
La Iglesia católica ha entrado en escena con la publicación hace algunos meses de un documento titulado Una tierra para todos, en el que denuncia la concentración de tierra productiva y pide una política de Estado para un problema que afecta a comunidades indígenas, trabajadores del campo y los habitantes de las ciudades.
Mientras, a la estela del negocio, páginas en Internet tratan de pescar incautos con el reclamo de ventas de miles de hectáreas en la Patagonia. "Es una estafa. De la venta ya se encargan grandes inmobiliarias argentinas", advierte Andrés Kliphhan, para quien uno de los aspectos más preocupantes es la falta de transparencia a la hora de saber quiénes son en realidad los propietarios de la tierra. Una tierra a veces más barata que una hamburguesa.
Fuente: Diario El País.
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